Pablo Iglesias se encuentra en una precaria situación política en cuanto al voto se refiere, es decir, los votantes de Podemos, no han tenido la oportunidad de demostrar su fidelidad al partido, así mismo un porcentaje no despreciable, se puede considerar como votante eventual, pues su apoyo se debe precisamente al devenir de la situación económica. Se puede decir, que Podemos tiene un buen respaldo pero no posee un alto porcentaje de voto seguro, como el que tienen los grandes partidos, electorado que, aún en los malos resultados, logra mantener a esos partidos en una posición de fuerza. Recordemos que gran parte del votante potencial de Podemos, viene de otras fuerzas políticas, ésta característica hace que el voto sea muy inestable, cualquier variación, cualquier error, cualquier salida de pata de banco, cualquier mejora palpable en la economía individual o general, puede hacer que ese votante vuelva a los orígenes. Todo esto lo sabe la dirección del partido, y si no lo sabe debería hacérselo mirar, por lo que los pasos que se den de ahora en adelante deben ser sobre seguro; y debatir con Albert Rivera, político poco atacable pues no ha tenido ninguna cuota de poder y mucho menos casos de corrupción entre los suyos; es un paso muy arriesgado. Pablo, en un debate con Rivera tendría que señalarse políticamente, tendría que argumentar y defender un programa electoral y demostrar que es creíble; en definitiva, tendría que debatir más allá de lo que está acostumbrado, aportando datos concretos y haciendo que éstos sean considerados como admisibles. Esto requiere una capacitación que Pablo no tiene o no le interesa tener. Otra cosa es enfrentarse a Rajoy, esa batalla la tiene más clara, pues no es necesario un despliegue programático, basta con lo que se ha venido haciendo hasta ahora (con buenos resultados) adornándolo con algunas pinceladas o guiños a distintos sectores de la sociedad, pero sin necesidad de concretar demasiado. En éste debate, Pablo puede tener más salidas, puede zafarse mucho mejor de los ataques al ideario o al programa; pero sobre todo, puede afianzar a ese electorado descrito arriba.
Ahora bien, en el pecado está la penitencia. Si Pablo se niega a debatir con Albert Rivera, está cerrando las puertas al debate estrella, pues la excusa sirve tanto para uno como para el otro. Pero cerrar esa puerta no es malo de por sí, ya que la ausencia de debate, puede ser utilizado en beneficio propio acusando al contrario de no creer en la democracia, de hurtar al pueblo la confrontación de ideas, de cobardía política, etc…
Si alguien espera ver a Pablo debatir, más allá de las tertulias, que empiece a desengañarse.