Iba hacia la universidad. Ese día salí de mi casa a las 5:30am, me subí en el micro y al llegar a una callecilla ni tan sola ni tan transitada, se paran tres de sus asientos: dos hombres y una mujer. Yo iba en el asiento del fondo, e íbamos en total como 7 u 8 gatos en el micro, sin contar a los malandros ni al chofer. Rápidamente nos intimidaron y exigieron nuestras cosas, según recuerdo los tres llevaban armas. El que iba al frente era el que gritaba más e intimidaba al chofer para que no hiciera señas a los coches que se habían formado detrás. Portaba un revólver enorme, yo no sé de armas pero el cañón era largo y solo de recordarlo me dan ñáñaras.

A mí me amenazó la chava. Tenía una pistola que meneaba cerca de mi cara. Me puse nervioso que ella estuviera nerviosa y se le saliera un tiro sin que fuera su intención. Un chavo que iba junto a mí cometió la estupidez de tratar de esconder su celular detrás de nuestro asiento, pero la maniática esta lo descubrió y se dedicó a gritarle y a amenazarlo a él, a centímetros de mí. Eso hizo que fijara su atención en él y no en mí.

Cuando se volvío hacia mí para pedirme mis pertenencias, abrí la bolsa de mi maletín para que metiera la mano y ella fuera la que extrajera lo que quisiera. La bolsa que abrí no tenía más que plumas, lápices y una servilleta sucia, jaja. No me quitó nada.

Todo duró como 2 minutos, a lo mucho. Se bajaron y se echaron a correr. El chofer se volvió y preguntó si estábamos bien. Nadie dijo nada. Una señora se echó a llorar de los nervios. El chofer arrancó y cuando llegué a donde tenía que bajarme para intercambiar transporte, las piernas me temblaban bastante, a pesar de que todo había sido relativamente calmado y sin pérdidas (de mi parte). Todo ese día anduve con un malestar nauseabundo y durante semanas anduve nerviosón cada que tenía que subir a un transporte.

No estoy a favor de que haya mayor facilidad de conseguir armas. Creo yo que la mayoría de mexicanos siente que no necesita armas, a pesar de que sabemos bien que los peligros abundan; pero aún así preferimos confiar en los demás y en el mundo exterior de que nada nos vaya a pasar, antes de tener que considerar cargar un instrumento que podría hacerle mucho daño a alguien más, fuera bueno o malo. De modo que quienes las necesitaran serían aquellos que desearían perpetrar algún mal, y así tendrían mejores posibilidades de adquirirlas y lograr realizar ese mal.