Me gustaria aportar lo que considero una pequeña paradoja (o grande, según el punto de vista del observador) de lo que ocurre y se habla a lo largo del tema de Catalunya y Podemos.
Se trata de una paradoja objetiva, basada en datos medibles y ampliamente publicados pero sobre los que no se hace una mención especial en ningún apasionado debate sobre el tema. Hablo de los niveles de representatividad del propio parlamento catalán; lejos de entrar en analisis más profundos, aporto dos datos que, comparados entre si, me provocan una cierta incertidumbre: por un lado tenemos que la opción soberanista alcanzó en los últimos meses un 82% de acuerdo en el Parlament (lo que en la práctica permitia hablar de un amplisimo consenso a favor de celebrar una consulta soberanista). Y por otro lado, según los niveles de participación y los resultados de la semi-consulta ofrecidos por la propia Generalitat el número de catalanes que estarían a favor de considerar a Catalunya un estado independiente osciló entre un 28-30%.
¿Alguien puede explicarme, con calma y algo de seriedad, estas diferencias tan abismales entre lo que piensan y dicen los representantes políticos de Catalunya (y a lo que dedican practicamente el 100% de sus esfuerzos y de su tiempo) y lo que dicen que piensan y quieren los propios ciudadanos catalanes?
Yo, con la información de la que dispongo solo puedo pensar que la casta politica catalana es realmente muy poco representativa de la realidad a la que dicen representar (es por eso que me atrevo a llamarla casta).
Cuando Podemos ero poco mas que un proyecto ilusionante ya fueron bastantes los que desde Catalunya se acercaban a esta Plaza para pedir (y en algunos casos exigir) una declaración de "independentismoa" de la formación. A medida que el proyecto se ha ido afianzando entre la ciudadania y las encuestas han ido confirmando un claro y potente ascenso y asentamiento de esa pujanza, también se incrementaron las exigencias sobre el carácter soberanista de Podemos. Ahora que Pablo Iglesias se ha acercado a Catalunya para explicar claramente la posición de la organización, comienzan a aparecer los temores propios de quien ve a Podemos como un agente activo que podría tener acceso a una buena parte del pastel electoral en Catalunya y podría quedarse también con buena parte de la ilusión hacia el cambio buscado por los ciudadanos.
Podemos ya no es alguien a quien se le pueda mirar por encima del hombro y exigir una definición de pureza para que acceda al club de los privilegiados. Ya no. Ahora, para una buena parte de esas fuerzas políticas catalanas que forman ese 82% soberanista del Parlament catalán, Podemos es alguien a quien odiar y despreciar -equiparandolos con los butiflers o los neolerouxistas de toda la vida-.
Si o si, la aparición de Podemos en la escena política catalana va a representar, incluso antes de las próximas elecciones municipales y autonómicas, un cambio drástico en la escenificación de esa representatividad de las fuerzas políticas que componen el actual Parlament.